Las nuevas medidas anunciadas por el ministro Luis Caputo se asemejan, casi letra por letra, a las implementadas en 1992 por Domingo Cavallo, en plena convertibilidad y en dirección a una catástrofe económica y social.
“Hace mucho tiempo que Ud. ahorra en moneda extranjera, ¿no es cierto? Y claro, sucesivos gobiernos lograron, a través de décadas de inestabilidad e inflación, que muchos eligieran ese camino. Así, el destino de esos ahorros era el colchón, una caja de seguridad o, en el mejor de los casos, un depósito bancario, pero siempre fuera del circuito impositivo. Ahora hay una excelente oportunidad para que Ud. invierta legalmente esos ahorros, regularizando al mismo tiempo su situación tributaria…”
No: no son palabras textuales de Luis Caputo, aunque se asemejan a las pronunciadas este jueves por el ministro de Economía cuando anunció el blanqueo de capitales que no sería tal, según él mismo se encargó de aclarar. Se trata de facilitar que los ahorristas argentinos “saquen sus dólares del colchón…”
“Sáquela del colchón… y duerma tranquilo!”, se titulaba uno de los muchos anuncios publicitarios con que el gobierno de Carlos Saúl Menem anunciaba a la población aquel blanqueo de capitales establecido por medio de la ley 24.073, denominada “Modificación del Impuesto a las Ganancias. Impuesto sobre los Activos. Exteriorización de la Tenencia de la Moneda Extranjera, Divisas y demás bienes en el exterior”, sancionada el 2 de abril de 1992 y promulgada menos de una semana después.
La medida impulsada por Domingo Cavallo, entonces titular del Palacio de Hacienda, tenía por objetivo facilitar la repatriación y blanqueo de capitales no declarados, permitiendo la regularización de activos mediante un pago mínimo, pero evitando la aplicación de sanciones por la evasión fiscal.
Se dio en el marco de la convertibilidad menemista, que establecía una paridad fija entre el peso argentino y el dólar estadounidense: entonces era del 1 a 1, mientras que ahora dicen que es “flotante” entre 1 dólar a 1100/1400 pesos.
Todo el mundo conoce aquella historia, pero Javier Milei parece decidido a repetir paso a paso aquel “plan” que terminó en tragedia económica y social, que llevó al país al borde de la quiebra institucional.
Como buen alumno de Cavallo, lleva adelante el ajuste del Estado, los despidos y las privatizaciones masivas, la reducción al mínimo del poder de compra de los salarios y la total apertura de importaciones que provocará la destrucción de la industria y el aumento de la desocupación.
Es una ley de hierro: la historia tiende a repetirse… Si la de Menem fue una tragedia, la era de Milei es una oscura y dolorosa farsa.